Cómo recibe la comunidad musulmana de Argentina la visita de Milei a Israel
Desconfianza ante mujeres que visten hiyab, violencia verbal y falta de neutralidad en el conflicto palestino-israelí son algunas de las situaciones de islamofobia que perciben los miembros o descendientes de países árabes en el país.
En apenas dos meses de gobierno, la comunidad árabe e islámica de Argentina se ve envuelta en una espiral de violencia, estigmatización y discriminación, exacerbada por los discursos de odio y las desacertadas decisiones de política exterior del actual gobierno.
La reciente visita del presidente Milei a Israel y sus declaraciones, durante un conflicto en escalada generó profunda inquietud y agudizó la violencia mediática y en la vía pública hacia la comunidad islámica local que sufre agresiones por portación de apellido y principalmente mujeres por uso del hiyab (el velo que cubre la cabeza y el pecho que las mujeres musulmanas). El discurso violento y la creación de causas con supuestas células terroristas, sin fundamento real, lesionan a nuestra comunidad y generan islamofobia y arabofobia no solo a nivel local sino también regional.
Sus declaraciones infundadas no tienen en cuenta que el conflicto en Medio Oriente ha cobrado una cantidad innumerable de vidas inocentes palestinas en los últimos 75 años, y que este conflicto es parte de un proceso mayor de políticas securitizantes que amenazan no solo a Palestina y sus países vecinos, sino también a las economías relacionadas con los recursos estratégicos en Medio Oriente.
Además, respaldar una parte del conflicto sin considerar las consecuencias humanitarias y la pérdida de vidas civiles coloca a la Argentina en una posición delicada, ya que dejar de ser un país neutral y defensor de larga data de los derechos de los pueblos a pasar a ser uno beligerante.
Hoy en día, observamos a Israel y Estados Unidos envalentonados. Celebran con exacerbación mientras sus manos se manchan de la sangre de niños y civiles inocentes. Violan constantemente los mandatos y resoluciones de la comunidad internacional generando un daño irreversible para la humanidad.
En un momento en que Argentina enfrenta una de las peores crisis de su historia, parece paradójico que el gobierno opte por sumarse con tanta parcialidad a estos socios en conflicto en otras partes del mundo. Sería un acto de madurez concentrarse en su país, revisar decisiones que perpetúan la desigualdad y la vulnerabilidad, y abogar por medidas que protejan y mejoren la calidad de vida de quienes más lo necesitan en estos momentos desafiantes.
Comunidad musulmana de Argentina
El giro en la política exterior refleja una distorsión en el ejercicio del poder y compromete la ética gubernamental en pos de objetivos de corto plazo. La posibilidad de que estas decisiones estén vinculadas a negociados, como la transferencia tecnológica y de armamento, añade aún más inquietud.
Toda esta violencia en la política local y exterior parece ser un recurso distractivo, dado que, bajo la administración actual, las decisiones políticas y su impacto económico se traducen en hambre y pobreza.
Urge que el gobierno, al ejercer el poder, se base en principios éticos que promuevan la paz y el respeto hacia todas las comunidades, sin polarización y contribuyendo a un mundo más justo y equitativo. Argentina se caracteriza por la convivencia de diversas comunidades religiosas, cada una con sus particularidades y contribuciones a nuestra identidad nacional. La diversidad religiosa es un valor que enriquece nuestra sociedad y debe ser resguardada y promovida por nuestras autoridades.
Hacemos un llamado a la reflexión y al compromiso con el respeto mutuo, la paz y la armonía entre todas las comunidades que conforman nuestra querida Argentina. Instamos a las autoridades a promover un diálogo constructivo y a rechazar cualquier forma de discurso que fomente la discriminación y el odio. La unidad en la diversidad es el camino hacia una sociedad más justa y solidaria.
Como reza el Noble Corán en la Sura 49, aleya 13: "¡Oh, seres humanos! Los he creado a partir de un hombre y una mujer, y los hice pueblos y tribus para que se reconozcan (y aprendan) los unos de los otros. El mejor de ustedes ante Dios es el más piadoso. Dios todo lo sabe y está bien informado de lo que hacen".
Es decir, "las naciones fueron creadas para conocerse unas a otras y aprender de su cultura. La diversidad es una riqueza humana, una bendición divina, no una amenaza".
Fuente: Martín Omar Saade para Perfil